Donde todavía se pueden sentir los olores y el calor de una "cuadra", en la cual se elaboraba el pan. Ese lugar se fue transformando, respetando aquel pasado de trabajo. Nos queda la alegría de haber llegado a un lugar, desde donde, ahora, debemos comenzar a transitar un nuevo sueño: que al abrir las puertas el público y los artistas, nos acompañen.
Donde todavía se pueden sentir los olores y el calor de una "cuadra", en la cual se elaboraba el pan. Ese lugar se fue transformando, respetando aquel pasado de trabajo. Nos queda la alegría de haber llegado a un lugar, desde donde, ahora, debemos comenzar a transitar un nuevo sueño: que al abrir las puertas el público y los artistas, nos acompañen.
Donde todavía se pueden sentir los olores y el calor de una "cuadra", en la cual se elaboraba el pan. Ese lugar se fue transformando, respetando aquel pasado de trabajo. Nos queda la alegría de haber llegado a un lugar, desde donde, ahora, debemos comenzar a transitar un nuevo sueño: que al abrir las puertas el público y los artistas, nos acompañen.
Donde todavía se pueden sentir los olores y el calor de una "cuadra", en la cual se elaboraba el pan. Ese lugar se fue transformando, respetando aquel pasado de trabajo. Nos queda la alegría de haber llegado a un lugar, desde donde, ahora, debemos comenzar a transitar un nuevo sueño: que al abrir las puertas el público y los artistas, nos acompañen.
Un lugar de ensueño, donde todavía se podían sentir los olores y el calor de una “cuadra”, en la cual se elaboraba el pan. Ese lugar se fue transformando, respetando aquel pasado de trabajo. Para ello durante 700 días dejamos nuestras horas libres y se trabajó , se invirtió y
se logró, un espacio amplio para ofrecer a nuestra ciudad: El “Centro Cultural La Panadería”.